XIII-congreso-internacional-de-salud-publica-2023

Pedagogía, práctica y evaluación en el campo de la Salud

La posición ética y políticamente responsable hacia la Educación en el Campo de la Salud, la fortalece el educador en la medida que comprende más profundamente los debates y tensiones que operan en este campo y su significado para la práctica pedagógica. En este sentido, vale la pena reconocer que la educación ha tenido significados y una relevancia diversa a lo largo de la constitución de la Salud pública como campo social y científico, diferencias que persisten en la actualidad y son el reflejo de formas diferentes de concebir la salud, la sociedad, la realidad, la ciencia, la cultura, el sujeto y, por supuesto, la educación. Se configuran así, distintas formas de entender y practicar la Salud pública. Estas diferencias, que generan tensiones y conflictos al interior del campo, requieren ser comprendidas para su análisis

Por eso, se destacan al menos tres ejes de tensión. Uno tiene que ver con la concepción instrumental de la educación, entendida de modo estratégico versus otra manera amplia de entenderla, como derecho. Un segundo eje corresponde a la tensión entre una visión de la Educación en el Campo de la Salud basada en una concepción biomédica de la salud centrada en la enfermedad, versus una fundada en una concepción de la salud entendida como vida bajo una perspectiva dialéctica de las categorías salud/enfermedad, biológico/socio-cultural y sujeto/colectivo. El tercero hace referencia a la tensión de una visión funcionalista de la sociedad que propone la adaptación del sujeto a un orden establecido versus posiciones críticas que conciben un orden social y político injusto para la mayoría de las personas, que requiere transformarse. Son tensiones de orden teórico y epistemológico, pero también político y ético que configuran un campo que además, está cruzado por intereses, fuerzas de poder, jerarquías y discursos en conflicto.

Por lo tanto, la práctica pedagógica no puede concebirse por fuera de la teoría: siempre hay una teoría pedagógica que sustenta y orienta las prácticas. Por esto se requiere trascender hacia la praxis, esto es, la reflexión de la práctica a la luz de la teoría que se fortalece para volver a la práctica. Esta reflexión que incluye el proceso -como interrelación entre la pedagogía y la didáctica- y los resultados, precisa de la evaluación como instancia para la construcción de conocimientos y toma de decisiones sobre la práctica y la teoría. Evaluación que a su turno responde a perspectivas teóricas y políticas, en consonancia con las apuestas pedagógicas.